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Más Allá de la Viñeta Comic Digital
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Más Allá de la Viñeta

Política, superhéroes y american way of life

Un artículo de Elisa G. McCausland - Introducido el 27/04/2009

Terminada la guerra, los superhéroes fueron perdiendo su vigor propagandístico. Tan solo el Capitán América volvería, brevemente, al ruedo político para seguir los dictados del senador Joseph McCarthy contra los comunistas, un giro a la derecha que le costaría caro al símbolo americano por excelencia.

Héroes limpios y Comics Code

Ya entrada la década de los cincuenta, comenzaría la cruzada moral comandada por el psiquiatra Fredric Wertham, autor de La Seducción del Inocente (1954), que llegaría a decir que “Hitler era un principiante comparado con la industria del cómic”. El dudoso mérito de Wertham estaría en cuestionar la moralidad de los cómics de la época, hasta el punto que la industria, para evitar censuras desde el Gobierno, idearía el conocido Comics Code, un sello de buena conducta que garantizaba que los contenidos estuvieran libres de sexo, drogas y violencia. Esta medida de autocontrol reservaría el derecho de intervenir los contenidos a las editoriales, pero no podría evitar que los cómics de esta década, especialmente los superheroicos, se convirtieran en panfletos moralistas o desaparecieran. Esta masacre ideológica dejaría supervivientes, los llamados héroes limpios, también conocidos como la trinidad – Superman, Batman y Wonder Woman – a los que se les irían uniendo otros superhéroes, libres de sospechas, como Linterna Verde o Flash.

Tras la caída, reinvención

Los felices cincuenta pasaron, saturando de superficialidad y ñoñería el mundo del cómic. Entonces llegaría Stan Lee con su maquinaria de creación, presentando a sus Cuatro Fantásticos, a la vez que DC inauguraba su Edad de Plata con la Liga de la Justicia Americana a la cabeza. El guionista Grant Morrison lo explica con claridad meridiana en una entrevista realizada por Mark Salisbury en 1999 y que se puede encontrar en el libro Writers on comics scriptwritting:

“De repente, en cuanto el programa espacial se puso en marcha, se renovaron los superhéroes como figuras similares a los astronautas o a Kennedy. Tenías a Flash, un policía científico que podía correr a la velocidad de la luz; a Atom, un científico que podía encogerse; todo el mundo era científico o pionero. Los héroes funcionaban porque personificaban el espíritu de unos Estados Unidos utópicos y progresistas. Esto duró quince años y tuvo su apogeo a mediados de los sesenta. Para entonces el ideal se estaba convirtiendo en objeto de parodia, y por ejemplo Batman empezaba a parecer ridículo. Los niños aún creían en él, pero si eras un adulto viendo la serie de televisión, sólo era una comedia. Entonces comenzó el declive, y aunque nadie se dio cuenta en aquel momento, se puede ver retrospectivamente.”


Los felices cincuenta pasaron, saturando de superficialidad y ñoñería el mundo del cómic. Entonces llegaría Stan Lee con su maquinaria de creación, presentando a sus Cuatro Fantásticos.
Esto se debió, en gran parte, a que los héroes limpios comenzaron a tomarse muy en serio su labor. En Marvel, en cambio, se trabajaba con la idea de hacer más humano al superhéroe. Para lograrlo, se trabajó en una concepción de personajes donde lo importante radicaba en el desarrollo de la bidimensionalidad del superhéroe - más humano que dios -. Marvel hacía héroes a los monstruos y humanos a los villanos.

En esta política de reinvención superheroica entraría la resurrección del Centinela de la Libertad, el Capitán América. Stan Lee traería de vuelta a un Steve Rogers que habría estado congelado desde finales de la Segunda Guerra Mundial, eliminando de esa manera la etapa más extremista de este superhéroe. Desde ese momento el Capitán América se convertiría en la metáfora del cambio, un exiliado temporal cuya concepción de la realidad era la del héroe clásico – de moral en blanco y negro -.
Pero la realidad se llenaría de grises. La década de los setenta teñiría el panorama editorial de escepticismo y oscuridad. La Guerra de Vietnam y el escándalo del Watergate tendrían su reflejo en las páginas de los cómics de superhéroes, especialmente en las del Capitán América - guionizado este por Steve Englehart -. Steve Rogers, traicionado por sus líderes, abandonaría el disfraz para convertirse en Nómada, un héroe sin patria ni bandera que vagará por los Estados Unidos hasta reencontrarse en el héroe de los valores míticos, momento en el que decidirá volver a ponerse el disfraz.

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