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Más Allá de la Viñeta Comic Digital
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Más Allá de la Viñeta

Política, superhéroes y american way of life

Un artículo de Elisa G. McCausland - Introducido el 27/04/2009

Grant Morrison ve los primeros destellos de la llamada Edad Oscura a mediados de la década de los setenta. “Aparecen guionistas como Don McGregor, que muestran a los héroes malheridos en situaciones cotidianas. McGregor hizo una historia en que Pantera Negra estaba luchando en un supermercado, y como una anciana ve que es negro le empieza a atacar, aunque fuese el bueno. Le abre la cabeza con una lata de comida para gatos. Nunca se había visto nada parecido en un cómic. Era sangre real y la descripción de un dolor terrible”. Pero la verdadera revolución todavía estaría por llegar.

Los oscuros ochenta

Los años del Estado del Bienestar y el Mayo del 68 son sólo recuerdos de un pasado luminoso. El Neoliberalismo extiende sus tentáculos por el orbe y el espíritu conservador de los ochenta da a luz monstruos hechos de un realismo, sucio y violento, que no parece tener límite. Tal y como reza un personaje (que bien podría ser Spider Jerusalem) en el número 7 de la serie Planetary -de Warren Ellis y John Cassady-, qué se puede esperar de unos héroes que tienen que lidiar con una realidad donde Margaret Tatcher y Ronald Reagan se reparten el pastel. Este espíritu que reinaba en la época, decadente y apesadumbrado, toma forma en el prólogo a la edición de marzo de 1988 de V de Vendetta, firmado por su guionista, Alan Moore:

“Estamos en 1988. Margaret Thatcher acaba de empezar su tercer mandato como Primera Ministra y habla con confianza de un liderazgo conservador ininterrumpido hasta bien entrado el siglo próximo. Mi hija menor tiene siete años y la prensa sensacionalista está divulgando la idea de encerrar en campos de concentración a la gente que sufre sida. La nueva policía antisdisturbios lleva visores negros, igual que sus caballos, y sus camionetas tienen cámaras de vídeo rotantes montadas sobre el techo. El gobierno ha expresado el deseo de erradicar la homosexualidad, incluso como concepto abstracto, y es difícil no especular sobre qué minoría sería la próxima en ser ilegalizada. Estoy contemplando la posibilidad de coger a mi familia y largarme pronto de este país, dentro de un par de años. Es frío y mezquino, y ya no me gusta vivir aquí”.
La década todavía tendría que sorprendernos con El Regreso del Señor de la Noche -de Frank Miller- y Watchmen –de Alan Moore y Dave Gibbons-, dos títulos imprescindibles para entender la llamada deconstrucción del superhéroe -o de cómo un compendio de personajes llevan el realismo a sus últimas consecuencias-. La lectura política de estas dos obras se puede resumir en que ambas relatan la necesidad de una alternativa. El relevo, sin embargo, lo encarna un superhéroe dudoso, un sujeto que opera al margen de la ley y que corre el riesgo de convertirse en una parodia de sí mismo.



Dioses, héroes y mercenarios


Tras la caída del muro de Berlín, se le daría la bienvenida a un nuevo amanecer teñido de consumo desatado y brillantes colores. El superhéroe se alejaría en los noventa de la realidad política, al menos en sus series regulares. El Kingdom Come de Mark Waid y Alex Ross, junto al Marvels de Kurt Busiek, explorarían en sus páginas las posibilidades del héroe canónico más como una licencia nostálgica que como una vuelta a los valores de antaño. Pero, faltarían por llegar Warren Ellis, Grant Morrison, Peter Milligan y Mark Millar, la nueva ola creativa venida de Reino Unido dispuesta a experimentar con los restos del superhéroe para devolverle toda su fuerza y significado.

The Authority -en las manos de Warren Ellis primero y Mark Millar después- es el ejemplo de esta transición. Se trata de un grupo de superhéroes que ha nacido como el producto de una imaginaria sociedad mass media y de tendencias fascistas – por algo se llaman La Autoridad – y moral bastante laxa que salvan al mundo ebrios de alcohol, soberbia y estupefacientes. Es éste un estilo tarantiniano que se impone en las páginas de estos y otros títulos, y que rubrica esta constante parodia de fin de siglo. El superhéroe del siglo XXI le sigue el juego al sistema, sale en la portada de la revista Time e invita a celebridades de otras dimensiones a orgías constantes en su cuartel general.

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